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RAZOR: Cómo Islandia está recuperando sus bosques perdidos

Los bosques alguna vez cubrieron hasta el 40 por ciento de Islandia, pero siglos de pastoreo excesivo, deforestación y actividad volcánica dejaron la isla casi desolada.

A principios del siglo XX, menos del 1 por ciento de la tierra estaba cubierta de bosques. La pérdida de cobertura arbórea expuso los frágiles suelos volcánicos a vientos implacables y tormentas de arena, creando uno de los paisajes más degradados de Europa.

En esta edición de NAVAJAGabrielle Lawrence viaja a través de Islandia para reunirse con los científicos y conservacionistas que lideran uno de los proyectos de restauración ecológica más ambiciosos del mundo: el esfuerzo por devolver los bosques a la tierra del fuego y el hielo.

Cerca de las laderas del volcán Hekla en el sur de Islandia, Samson Harðarson y Hrefna Jensdóttir del Servicio de Tierras y Bosques de Islandia demuestran la magnitud del desafío. Siglos de pastoreo de ovejas impidieron que los árboles jóvenes de abedul se regeneraran y las repetidas erupciones despojaron a la tierra de su fértil capa superior del suelo.

Hoy en día, se están plantando amplias zonas de reforestación del tamaño de 140.000 campos de fútbol con una mezcla de abedules nativos y especies importadas cuidadosamente seleccionadas. El objetivo es crear bosques resilientes capaces de resistir las cenizas volcánicas, las tormentas y el cambio climático.

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No muy lejos, genetista forestal. Dr. Adalsteinn Sigurgeirsson ha convertido su cabaña de verano en un experimento viviente. Entre áridos campos de lava, cultiva abetos de Sitka, pinos torcidos e incluso robles y hayas.

Al crear microclimas de refugio, estas «especies pioneras» permiten que prosperen árboles más delicados. Su trabajo demuestra cómo se puede reintroducir la biodiversidad y cómo los bosques proporcionan hábitats vitales que atraen nuevas especies de aves nunca antes vistas en Islandia.

Más hacia el interior, en el exuberante valle de Þórsmörk, Hreinn Óskarsson muestra una de las historias de mayor éxito en reforestación de Islandia. Una vez devastado por la erosión, el valle fue vallado en 1924 para proteger los bosques de abedules que aún quedaban.

Casi un siglo después, esos bosques se han ampliado de 200 hectáreas a casi 5.000. Voluntarios de todo el mundo ahora se unen a equipos locales cada verano, plantando esquejes de sauce y estabilizando el suelo contra futuras lluvias de ceniza y tormentas.

Restaurar los bosques de Islandia no se trata sólo de recuperar paisajes perdidos, sino también de resiliencia. Los árboles actúan como defensas naturales contra las cenizas volcánicas, protegen los suelos de la erosión y almacenan carbono en un clima que se calienta rápidamente.

Para Samson Harðarson y sus colegas, el trabajo es profundamente personal: «Me da alegría plantar árboles, aunque nunca pueda caminar debajo de ellos», reflexiona. «Lo que importa es dejar un bosque lo suficientemente fuerte como para proteger la tierra para las generaciones futuras».