





El palacio de Potala es famoso por la singularidad de sus muros. Las paredes blancas están recubiertas con una mezcla de cal y leche de yak, y las rojas están hechas de baimacao teñido – haces de cañas de phragmites. El número de capas de juncos indica la jerarquía del edificio. A las mansiones aristocráticas se les permitían tres capas, mientras que el Palacio Rojo tiene cuatro, lo que subraya su estatus supremo en la tradición arquitectónica del Himalaya.