El 26 de julio se celebra el Día Internacional para la Conservación del Ecosistema de los Manglares, promovido por la UNESCO para sensibilizar sobre la conservación de los manglares y fomentar soluciones de gestión sostenible.
El Centro Internacional del Manglar (IMC), que acaba de inaugurar su sitio web oficial, es el organismo coordinador mundial de la conservación y restauración de los manglares y facilita la investigación, la formación y el diálogo político, ayudando a los países a diseñar y aplicar estrategias eficaces de restauración y conservación.
Los manglares constituyen un ecosistema único de carbono azul: sus densas redes de raíces y sus elevados índices de fotosíntesis los convierten en potentes sumideros de carbono. Protegen las costas amortiguando las mareas de tempestad y la erosión y albergan criaderos de peces, hábitats críticos para aves migratorias, crustáceos y fauna terrestre, lo que los hace insustituibles, más aún debido a su escasez.
En la provincia de Guangdong, en el sur de China, las autoridades han creado 15 centros educativos sobre la naturaleza de los manglares. Aprovechando celebraciones anuales como el Día Mundial de los Humedales y el Día Internacional de la Diversidad Biológica, estos centros acogen cada año cerca de 800 actos públicos de divulgación y formación.
Estos programas, que abarcan desde técnicas de plantación y seguimiento ecológico hasta la gestión comunitaria, han contribuido a que el público aprecie más los servicios ecosistémicos vitales de los manglares, especialmente su papel en la mitigación del cambio climático.
Desde 2018, la provincia insular de Hainan, en el sur de China, se ha embarcado en una restauración costera a gran escala, restaurando con éxito más de 1200 hectáreas de manglares.
En la ciudad de Sanya, donde la cubierta de manglares abarca ahora 258,69 hectáreas y sigue creciendo, los proyectos de restauración combinan la plantación de plántulas autóctonas con la supervisión en tiempo real de la calidad del agua y la gestión adaptativa.
Este enfoque integrado no sólo acelera la recuperación de la vegetación, sino que también aumenta la diversidad de especies.
En Kenia, los proyectos de restauración de manglares han mejorado los servicios ecosistémicos y han proporcionado oportunidades de subsistencia.
Mediante la gestión de viveros y la dirección de plantaciones -e incluso la organización de actividades de ecoturismo-, las comunidades locales generan fuentes de ingresos estables, convirtiendo la conservación en un medio de vida sostenible.
En Kalimantan del Norte (Indonesia), un proyecto de demostración combina la formación comunitaria con el apoyo técnico para ampliar la restauración ecológica.
La plantación de varias especies autóctonas de manglares bajo un estricto régimen de control del crecimiento y la retención de carbono ha dado lugar a un modelo reproducible, que otras zonas costeras pueden adaptar a sus propias ambiciones de restauración.
La colaboración internacional y la acción local van de la mano.
Participar como voluntario en jornadas de plantación, ayudar en el seguimiento científico o apoyar los esfuerzos de restauración liderados por la comunidad: cualquiera de estas acciones permite a las personas ayudar a salvaguardar estos escudos de carbono azul y reforzar tanto la seguridad ecológica como la resiliencia climática.
(Portada: Parque Ecológico de los Manglares de Futian en Shenzhen, provincia de Guangdong, sur de China. /VCG)